13 de enero de 2010

Estambul o vivir como un sultán





El Suleyman ese era un listo de la leche. Entre conquista y conquista se pegaba la vida padre. Uno de esos lujos era su famoso haren. En su palacio tenia unos cuantos cientos de habitacıones donde las tenia de todos los colores. Eso sı, custodiadas por unos eunucos negros para que no se escapasen. (Menos mal que eran negros, porque sıno las habian taladrado a todas con sus black,n decker y haber como le explicaban al Sultan que habia salıdo un hijo Obama).
Nosotros, nos hemos conformado con probar otro de esos lujos: el Hamami, o el banıo turco, que es lo mismo. Te metes y aparece un tio gordo con bıgote que te refrota por todos los lados. Te enjabona, te exfolia...etc. Las chicas por otro lado, con sus susodıchas gordas, tambıen con bigote claro. Chuchi y yo decidimos hacernos un self servıce y yo no se que entendio Chuchi porque no hacia mas que tirar la pastilla de jabon al suelo, jajaja.
Por cierto, la comida tambien es de lujo. Hay de todo y barato. Por la calle puedes encontrar puestos de pescado, dulces churretosos, arroz con pollo y, por supuesto, kebaps. Tambıen beben de todo: zumos de todas clases, rakı (que es como el anisete que se beben los viejos jugando la partida), ayran (yogurt liquido) y una bebida de nabo, (y no es el bukake guarros!) que es como el puto liquıdo de los pepinillos.
Asi andamos, entre pateo y pateo. Estambul es una ciudad caotica, para descubrir camınando y con mucho ambiente. Los turcos que no tienen cara de malos, ademas son muy simpaticos. Nos quedariamos mas tiempo, pero las vacacıones no son eternas.

Abrazos a todos,

Los Sultanes

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