16 de julio de 2010

Malta, parte uno

Quien se espere de Malta una paradisiaca isla mediterránea se equivoca de todas todas. En realidad es un pequeño secarral cerquita de Túnez, sin apenas árboles, y superpoblada hasta las orejas.
Su arquitectura recuerda a Gaza y Cjisjordania bombardeadas, con excepciones tipo La Valetta o Medina, ciudades levantadas por los famosos caballeros de la Orden de Malta (propietarios de la isla cuando se la cedió Carlos V, luego pasó a manos de Napoleón y más tarde los ingleses, que concedieron la independencia en 1964).
El estar tan poblada hace que no existan apenas zonas vírgenes ni playitas apartadas. Además las playas son de roca y al ladito de la carretera. La mejor es la Golden Bay, donde además los malteses se reunen por la tarde-noche para montarse sus barbacoas y fiestecitas. Sus chiringuitos, muy recomendables.
La población es curiosa, una combinación de morunismo, casanovas italianos y turisteo constante. Llama la atención el ambiente teenager que existe en la isla: manadas de adolescentes recorren la isla, con un desfase importante. Son chavales, sobre todos españoles, con beca del gobierno para aprender inglés. Les dan 1700 pavis, y eso les vales para estudiar un poquillo, ponerse de alcohol hasta las orejas y golfear a más no poder: una mezcla explosiva.

1 comentario:

Enrique de la Cruz Pinacho dijo...

habras estado en tu ambiente , bandido , rodeado de teenagers con sus grandes problemas , seguro que os habrá pasado como a los polis, que tufais a profe desde lejos, ejejjejej