31 de marzo de 2011

Hong Kong

Los amantes de los skylines nocturnos tendrán en Hong Kong algo parecido a un orgasmo sensorial o estético. Lo que otras ciudades chinas están intentando imitar es en parte, inimitable. No se trata de sus descomunales rascacielos, de sus túneles submarinos o su imposible estructura residencial en bancales… todo ello no responde a una actitud estética, sino a una verdadera necesidad impuesta por la geografía. Cuando no hay espacio y dinamitar las montañas no es una opción, toca vivir en altura y construir aeropuertos flotantes.

Pero no nos engañemos, las nuevas voces que preconizan la sostenibilidad de este modelo de urbanismo chocan con una realidad inhumana, o deshumanizada. Porque Hong Kong es, en varios sentidos, la cloaca de China. Cloaca en un sentido literal, porque es intrínsecamente insostenible meter en semejante agujero a 8 millones de personas; no alcanzo a explicar con palabras el nivel de contaminación que se percibe en el ambiente, pero en el ranking mundial puede que esté a la cabeza. Cloaca también en un sentido menos prosáico, más conceptual… en forma de concentrado de los vicios, anhelos y corrupciones de una China reprimida y una Inglaterra que deja hacer y mira a otro lado. Entrada y salida durante siglos de todo lo producido y susceptible (o no) de ser vendido/comprado, el experimento de un capitalismo extremo hasta el surrealismo ha dado lugar a una sociedad aparentemente cosmopolita, pero fuertemente jerarquizada en lo económico. Indios y filipinos en lo más bajo de la escala, chinos en medio y hongkoneses + occidentales enriquecidos en la cúspide. Los rasgos asiáticos se desdibujan por la infinidad de mezclas y la indiferencia/frialdad se impone en las relaciones sociales; soledad en medio del gentío. A pesar de todo, tiene su encanto. En quien se inspiraría Ridley Scott para hacer Blade Runner?.

Elel

30 de marzo de 2011

China Meridional - Guangdong

En líneas generales se podría decir que las regiones de Guangdong y el delta del río Perla son, probablemente, las zonas menos idílicas (paisajísticamente hablando) y al mismo tiempo, menos turísticas de China. Teniendo en cuenta el potencial turístico monstruoso de este país, permanecer un tiempo y empaparse de una sola zona frente a una visión general, tipo "relámpago" (basada en vuelos internos) tiene aspectos positivos y otros no tanto:

- Te libras de las riadas de turistas occidentales que, al parecer, desde hace uno o 2 año invaden y desdibujan ciudades magníficas como Beijing o Guilin.

- Te haces una idea bastante precisa de la vida diaria de los chinos, de los que viven, sufren y trabajan al margen de la industria turística.

- Te pierdes grandes conjuntos monumentales desde un punto de vista patrimonial y alto valor simbólico, como la Gran Muralla o el río Amarillo.

Si hay algo que tiene Guangzhou frente a otras grandes urbes chinas es que sintetiza, más que ninguna otra al parecer, las conocidas contradicciones de este monstruo demográfico. Preserva la herencia cultural de numerosas dinastías y las "esencias" que buscamos muchos occidentales… pero mira hacia el futuro más que ninguna otra. Las dimensiones son gareadescas… el río Perla es inmenso, hasta tal punto que influye en el clima de la región. El inmenso caudal parece diluir la no menos inmensa contaminación.

En realidad Guangzhou es un gigante macrocefálico que se funde con Hong Kong en un cinturón periurbano que alberga la mayor concentración de personas del mundo. Punta de lanza de la "Nueva China" que el régimen quiere exportar al exterior, en algunos momentos realmente tienes la sensación de estar en Japón más que en China. Por otra parte Guangzhou (10.000.000 de habitantes estimados; 18.000.000 sumando área metropolitana y zonas limítrofes) se ha propuesto ser la ciudad con rascacielos más altos del mundo (rozando los 400 metros alguno) compitiendo de cerca con Hong Kong, aunque carece del carácter cosmopolita y abigarramiento de ésta última. Ello la hace sumamente interesante; grandes masas de desarrapados llegados del medio rural traen consigo su cultura y gastronomía, en un cóctel explosivo de skyline neoyorkino, pagodas milenarias (remansos de paz en medio de la gareada) comercios tradicionales, otros modernos y puestos callejeros de comida/medicina tradicional. Por cierto; nadie habla inglés así que lo mejor es armarse de paciencia y palabras chinas escritas en papel, o ir con alguien de la zona (como hicimos nosotros). Superada la barrera del idioma, las situaciones tipo "Lost in Translation" están aseguradas.

Elel