Quien se espere de Malta una paradisiaca isla mediterránea se equivoca de todas todas. En realidad es un pequeño secarral cerquita de Túnez, sin apenas árboles, y superpoblada hasta las orejas. Su arquitectura recuerda a Gaza y Cjisjordania bombardeadas, con excepciones tipo La Valetta o Medina, ciudades levantadas por los famosos caballeros de la Orden de Malta (propietarios de la isla cuando se la cedió Carlos V, luego pasó a manos de Napoleón y más tarde los ingleses, que concedieron la independencia en 1964). El estar tan poblada hace que no existan apenas zonas vírgenes ni playitas apartadas. Además las playas son de roca y al ladito de la carretera. La mejor es la Golden Bay, donde además los malteses se reunen por la tarde-noche para montarse sus barbacoas y fiestecitas. Sus chiringuitos, muy recomendables. La población es curiosa, una combinación de morunismo, casanovas italianos y turisteo constante. Llama la atención el ambiente teenager que existe en la isla: manadas de adolescentes recorren la isla, con un desfase importante. Son chavales, sobre todos españoles, con beca del gobierno para aprender inglés. Les dan 1700 pavis, y eso les vales para estudiar un poquillo, ponerse de alcohol hasta las orejas y golfear a más no poder: una mezcla explosiva. |
16 de julio de 2010
Malta, parte uno
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1 comentario:
habras estado en tu ambiente , bandido , rodeado de teenagers con sus grandes problemas , seguro que os habrá pasado como a los polis, que tufais a profe desde lejos, ejejjejej
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